Cincuenta y dos anos y parecen siglos de existencia. Parece que fue hace siglos, pesan sobre como si fuesen eso, siglos de peso. Mientras estoy aquí escribiendo me parece oír a lo lejos la voz de mi madre llamándome Nasiri............. Nasiri........... que bien, estoy jugando en la playa en nuestro adorado Chico Río, ¡ Qué bonito son los recuerdos, si, allí estoy jugando con mis amigas, la arena, las olas.............y ¿Cuanto hace que no las oigo? ¿ Y las palmeras?. Pues hace ya mas de 10 años que no las veo ni las siento en la piel el aire pasando entre sus ramas y dándonos ese fresquito.
Mis padres como buenos inmigrantes de Europa lo que ansiaban era una playa y allí que con gran esfuerzo se compran una pequeña casita, no constaba mas que de dos dormitorios, un cuarto de baño, la cocinita y el salón comedor. Y eso era mas que suficiente para nosotros. Teníamos donde pasar los fines de semana y las vacaciones. No tenía en aquel entonces mas que eso una simple alambrada que delimitaba la pequeña parcela. Y la luz? . No señores, la luz y el agua potable tardaron un montón en llegar. Pero daba igual, nos las arreglábamos así. Cuando hacia falta nos íbamos a un canal cercano que era salobre a bañarnos y cuando se podía se llenaban unos toneles de agua dulce y allí que nos bañaban. Que bien y eramos felices. Para jugar teníamos kilómetros y kilómetros de terreno donde jugar a la " ere" al escondite, ladrón y policía y a todo lo que se nos ocurría. Linternas y a explorar, pero no mucho que de noche nos daba miedo.
En otras épocas del año atrapábamos los pobres cangrejitos rojos y negros, los llevábamos a casa y les dábamos de comer"Cerelac". Pero al día siguiente no entendíamos como aquellos cangrejitos se podían morir si les dábamos de comer lo mismo que nuestra mamá nos daba para desayunar. ¡ Que libertad que inconsciencia!. Y nosotras que pensábamos que eran unos ingratos aquellos seres que se dejaban morir por no querer comer nuestro desayuno.